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PRISMAS

Habia una vez una noche

Y una mirada.

 

Habia una vez la luna y otros ojos

Habia una vela

Y el aroma de un cuello habia.

 

Habia una vez una estrella y un árbol

Habia la sonrisa

Y la fatiga.

 

Habia una vez esa piel, esos labios

Ese ser.

Habia una vez esperanza.

Y una caja con acordeones dentro

 

Había un niño y un hombre

Una mujer y un lapiz

Habia una vez la mirada de eses niño reflejado en el lago al lado de ese árbol.

 

Habia también una jirafa durmiendo en medio del árbol y el lago.

Habia una vez unas huellas

Y habia fuego en el horizonte

Habian cucullos y luciernagas.

Hubo una vez en que todo esto había

Y también cientos de hombres habián,

Los mismos que no asumieron que todo aquello habia.

 

Presionaron el boton equivocado

Tocaron la canción erronea

Bailaron al ritmo de la muerte

y entonces ya no fue la vida.

 

No fue el cucullo ni la luciernaga

Que daban luz al horizonte,

Nadie siguió las huellas hacia la jirafa,

que dormía en medio del árbol y el lago

Nadie pudo ver la cara del niño reflejada en el lago.

Ya nadie leyo lo que esa mujer escribía

Ni nadie pudo ver a aquel niño y aquel hombre

Sacar aquellos acordeones de su caja.

Ya no hubo esperanza.

 

Ya no fueron esa piel, esos labios y ese ser.

Ni la fatiga fue, ya no la sonrisa, ya no la estrella.

Lentamente se murió ese cuello.

Y se apagaron esos ojos, se cerro esa mirada.

 

Se suicido esa luna

Y ya no fue la noche.

Hubo una vez en que todo ello fue, pero hoy nada de aquello es.

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